Tepoztlán es un pueblo mágico y místico por doquier, localizado en el norte del Estado de Morelos, debe su nombre título de Pueblo Mágico en buena parte por estar enclavado entre imponentes montañas y cerros guardianes que oxigenen el cuerpo y alma del viajero.
Los senderos, formaciones rocosas y la flora y fauna que habita, invitan a vivir momentos plenos de dinamismo y contacto con la naturaleza, que colman de emociones al viajero.
Parque Nacional del Tepozteco
Declarado Parque Nacional en 1937. Sus 24,000 hectáreas protegidas forman parte de la reserva de la biósfera de la Sierra de Huautla. Es hábitat natural de especies como conejos, ardillas, venados de cola blanca, pumas de montaña, armadillos y más de 300 especies de aves. El Parque Nacional del Tepozteco comprende el volcán Chichinautzin, que es la máxima elevación del parque, con unos 3,400 metros de altitud sobre el nivel del mar.
En lo alto de uno de sus principales cerros, Tlahuiltepec, se ubica una pirámide de origen mechica, que lleva también el nombre de El Tepozteco, en honor a Ometochtli -dios del pulque-, localizada 2,000 metros sobre el nivel del mar y a 600 metros sobre el valle de Tepoztlán.
La práctica del senderismo rumbo a este punto arqueológico es muy recomendable, especialmente muy temprano en la mañana. Es un recorrido de 2 kilómetros donde puedes encontrarte tréboles de cuatro hojas, orquídeas silvestres y árboles como oyameles, pinos y encinos. En el trayecto debes atravesar un camino de piedra volcánica que te lleva al Paso del Aire, un lugar sagrado tapizado de hojas secas por donde cruzaron los antiguos tepoztecos. Para los viajeros más intrépidos, existen diversos senderos del Parque Nacional del Tepozteco para la práctica de la bicicleta de montaña.
Campamento Meztitla
Fundado en 1956 en Tepoztlán, como sitio de adiestramiento scout y para actividades de aventura, en la cañada de San Jerónimo, a las faldas del farallón del Tepozteco. En Meztitla puedes hospedarte en cabañas, acampar dentro de sus 18 hectáreas o hacer una visita de un día, así como disfrutar de jornadas de educación ambiental y practicar escaladas en roca, rappel, tirolesa, senderismo, cañonismo, espeleísmo o río subterraneo.
Al amanecer o al atardecer, es muy placentero caminar por sus diferentes rincones y apreciar un sinfín de árboles como amates, eucaliptus, pinos y encinos, u observar aves como pájaros carpinteros, águilas y halcones.
El Tzematzin
Es uno de los cerros más simbólicos y llamativos en los alrededores de Tepoztlán. Para llegar al Tzematzin -Cerro Cuate o Pata de Buey- debes realizar una excursión con un ascenso de aproximadamente 2 kilómetros con una duración total aproximada de 5 horas. El espectáculo natural lo tienes asegurado al caminar entre zonas de pinos y encinos y la vista, desde lo alto, no tiene precio, ya que en varios puntos se puede apreciar una panorámica de Tepoztlán.
Al llegar a la base, puedes ver Cuernavaca y San Andrés de la Cal, a través de una enorme ventana natural que se forma entre las dos columnas de roca caliza. El nivel de la excursión es básico, pero desafiante a la vez, así que es indispensable llevar una mochila bien equipada y botas de excursionismo.
Cascadas y Cañonismo
Las prácticas del senderismo y el cañonismo son muy atractivas en Tepoztlán. Por ejemplo, adentrarte en la cañada de San Jerónimo te permite hacer senderismo y gozar de diversas cascadas y pozas en donde puedes darte una refrescante zambullida. El recorrido es de 1.5 kilómetros con una duración de 2 horas.
Asimismo, puedes practicar el cañonismo en los Corredores del Aire o el descenso de San Juan Tlacotenco a Axitla. Los recorridos son variables para llegar la práctica de estos cañonismos, de 4 7 kilómetros, y el grado de dificultad es de medio a alto. Pero si prefieres, puedes realizar sólo senderismo en estos lugares a través de diferentes rutas.
Amatlán
Es un poblado perfecto para el senderismo al estar rodeado de montañas perfectamente esculpidas por la naturaleza, donde abundan los tréboles de cuatro hojas. Durante los recorridos debes alertar tus sentidos para percibir las pequeñas pinceladas aromáticas de las flores que habitan en el lugar: orquídeas silvestres y buganvilias, principalmente.
Por su senderos, repletos de helechos, mangos, ciruelas silvestres y amates prietos, se puede llegar a dos piedras imponentes, consideradas sagradas por los antiguos habitantes de la región, y a sus pies, dos amates de mas de 500 años las resguardan.
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