Christiania, la última ciudad libre

Christiania, también conocida como la Ciudad Libre o el Barrio Libre, es una comunidad independiente situada en Copenhague, la capital de Dinamarca. Tuve la ocasión de visitar este extraordinario lugar en 2008 y puedo garantizar que no deja indiferente a nadie.
¿Cómo es Christiania? La Ciudad Libre es una especie de comuna anarquista donde viven, de forma permanente, unas 1.000 personas. Su historia se remonta a 1970 y desde entonces han gozado de una independencia casi legal, aunque nunca ha estado bien definida su situación. Su calle principal es Pusher Street y en ella se concentra casi toda la actividad de Christiania: podemos encontrar desde camellos vendiendo hachís hasta exposiciones de arte local. En la entrada, desde la calle Princessegade, nos encontramos con ese arco de bienvenida y con el aviso de "prohibido fotos" en diferentes idiomas. Pusher Street es a ratos una calle adoquinada, a ratos una calle de barro, a ratos inquietante y a ratos divertida. De principio a fin está llena de estampas curiosas: dos borrachos calentándose en torno a un bidón, una madre con tres hijos pequeños en la bicicleta, tres turistas alemanes tomando tranquilamente una cerveza, un grupo de hippies tocando la guitarra...
Pusher Street muere en una gran plaza (con escenario para conciertos) donde uno puede tomarse una cerveza o lo que guste. Varias terrazas invitan a sentarse y disfrutar del espectáculo de esta exótica forma de vida. Christiania no es lugar especialmente turístico y uno puede sentirse a veces desubicado, pero lo mejor es dejarse llevar y disfrutar como si fueras uno más. De todos modos, nadie reparará en ti. Están de sobras acostumbrados a los visitantes ocasionales.
Nuestro recorrido continuó hasta los confines de la Ciudad Libre, a la orilla del canal que marca su otro límite. Este paisaje natural en medio de la ciudad (no olvidemos que estamos en la zona urbana de Copenhague) le da a Christiania un aire inesperadamente bucólico. En esta zona se respira una calma absoluta, en contraste con la juerga y la actividad que dejas atrás. De tanto en tanto puedes cruzarte con gente haciendo deporte, parejas "disfrutando de la brisa" o gente metiéndose un chute (imagen menos idílica).
De vuelta al meollo es interesante dar algunos rodeos antes de volver a la Unión Europea (tal como te indica la parte trasera del mismo arco que te daba la bienvenida) y observar la vida en las calles menos concurridas. La arquitectura y decoración de esta comunidad autogobernada es fascinante. El "experimento social" de Christiania tiene cosas criticables pero, como ya han señalado múltiples sociólogos, se puede aprender mucho de ellos. Por mi parte, recomiendo encarecidamente la visita a este fantástico lugar, tan comprometido con la cultura y el medio ambiente como con la cerveza y el hachís.





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